El ya famoso Prestige
en el casco tuvo un corte,
y el pobriño se fue a pique
cerca da Costa da Morte.
El buque quebróse en dos,
mais allí, nadie interviene,
todos cruzados de brazos...
¡la cousa bemoles tiene!
Y se pasan la pelota
Madrid, la Xunta, la Unión...
¡Qué situación vergonzosa!
¡Ay, qué descoordinación
do Goberno de la Xunta
y el de toda la nación!
Y mientras la mancha crece
y a la costa se desplaza,
está don Manolo Fraga
en la otra Mancha, de caza.
El desastre se avecina
y en sólo dos o tres días,
la mancha negra se acerca
e inunda todas las rías...
Y Galicia es castigada
por este trágico azote,
y sus playas, inundadas
por el negro chapapote.
No es broma la situación,
o asunto está moito feo,
desde Arousa a Pontevedra,
de A Coruña a Ribadeo.
Toda Galicia protesta,
la rebelión no se apaga,
y hasta moción de censura
le van a endilgar al Fraga,
pues... su prestige va a pique,
y su partido... ¡naufraga!
En la plaza do Obradoiro
claman como un hombre solo
y piden la dimisión
del bueno de don Manolo.
Manifiéstanse os galegos,
en gran manifestación:
-Dimite, Fraga, dimite
-Manoliño, dimisión,
-Por no haber intervenido
mórrenos o mejillón...
E así, falando en galego,
respóndelles don Manolo:
Eu non teño culpa algunha,
a culpa es do Dios Eolo.
Non teño nada de culpa,
e ademáis, bien que lo siento
que eu non pueda mandar
en los caprichos do vento.
¿Por qué ese vento no sopla
máis forte, moito máis forte
e nos aleja o vertido
de nosa Costa da Morte?
Anque sólo sea un poquiño,
un poquiño máis ó norte...
Contéstanlle os galegos:
-Sopre, sopre, don Manuel,
que con os seus dous pulmones,
máis lejos marchara o fuel.
¿Por qué, por nosa Galicia,
para alejarnos o crudo,
vostede, que ten narices,
non face un forte estornudo?
Contéstalles don Manuel
Eu non podo máis soplar;
si queréis tener máis vento,
que venga a soplar... ¡Aznar!
Por eso, desde hace días,
en Galicia está presente,
el Rajoy, o Marianiño,
que es o vicepresidente...
Mientras Manoliño Fraga
apriétase sus tirantes,
llénase toda Galicia
de botas, palas y guantes
de miles de voluntarios
y generosos currantes.
Non sé de quién es la culpa,
pero se ha armado tal cisco,
que en la Navidad que viene...
¡ni oleremos el marisco!
Mas, aunque marisco no haya
ni un kilo por Navidad,
millones de toneladas
hay de generosidad.
Eso es lo más positivo:
¡millares de voluntarios
demuestran que hay en España
corazones solidarios!
Eu también únome a ellos
y, con mis deseos mejores,
deseo Feliz Navidad
para todos los lectores
y para Galicia entera
con todos sus pescadores.
Y termino, solidario
con cuantos esto leáis,
exclamando, con Galicia:
¡Nunca máis! ¡Nunca máis!