hoy les voy a adelantar
los acuerdos del Congreso
del Partido Popular.
Primero: "¡España va bien!
¡Que la duda se disipe!
¡Bien, bien, España va bien!
¡Mejor que con el Felipe!"
Segundo: "Por fin, ¡qué suerte!
¡Por Europa Aznar campea
y ostenta, orgulloso y fuerte,
la Presidencia Europea!"
Tercero: "En asunto serio,
aunque era asunto muy feo,
hemos mejorado mucho
la política de empleo."
Mas, en esta Convención,
uno será el tema estrella,
entre moción y moción:
¿Debe tener sucesión
el marido de Botella?
Primero se moja el Cascos:
¾¡Más de ocho años es la leche!
¡Ni los mismísimos vascos
aguantarían a Ibarretxe!
En cuestión de gobernar,
estar más tiempo, empalaga;
¡Que digan os galeguiños
si no están hartos del Fraga!
¡Lo de Fraga ya es pasarse!
¡Es abusar, no lo niego!
¡Y es tocar mucho la gaita
a todo o pobo galego!
Defienden la otra postura,
sin límite en el mandato,
el paisano Ángel Acebes
y su colega Ana Mato.
En su ponencia sin par
dicen: ¾¡Debe continuar!
¡Porque España va muy bien,
mientras tenga nuestro Aznar
el mango de la sartén!
Por eso Aznar, concentrado,
cavila, piensa y medita
para, con mucho cuidado,
deshojar la margarita.
Pues no quiere que algún día
le tengan que recordar
la famosa sinfonía:
¾¡Váyase, señor Aznar!
Mas, con él, es imposible
el ejercer de adivino:
lo mismo elige al Oreja
que a la señora Tocino.
Y es difícil con Aznar,
hacer blanco en la diana;
lo mismo puede nombrar
al Acebes que al Zaplana...
que elegir de candidato
al Rajoy, o al señor Rato...
Y tú, lector, ten cuidado;
no te las des de enterado,
pues, aunque te creas un lince,
con éste es más complicado
que acertar un pleno al quince.
Solo es seguro que, para
que el recambio no se note,
el que suceda al Aznar...
¡deberá dejar bigote!
Por eso, aquí, este poeta
al Presidente aconseja:
¡No elija al señor don Rato,
ni al Zaplana, ni al Oreja...
¡Por favor, señor Aznar
que se acabe ya el suspense!
Yo creo que debe nombrar...
¡a Acebes, que es abulense!
Pues produce nuestra tierra
políticos excelentes:
¡Ya ha dado a la democracia,
al menos, dos Presidentes!
Por su prestigio y su méritos,
el primero entre primeros
fue nuestro gran don Adolfo,
el gran Duque, de Cebreros.
Luego, el mismísimo Aznar,
en Ávila fue votado,
y aquí se vino a "entrenar"
haciendo de diputado.
Y, como dice el refrán,
lectores: ¡No hay dos sin tres!
¡Seguro que elegirán
a Acebes, años después!
Tal misterio no se explica
No es hecho de los corrientes,
que, de provincia tan chica,
salgan tantos Presidentes.
Pidiéndole esto al Aznar,
llego, por fin, al final,
y, por fin, dejo de hablar
del Congreso Nacional
del Partido Popular.