Por si no se han enterado
de tan triste sucedido,
¾ya que el funesto suceso
en ningún medio lo han dicho,
ni en la tele, ni en la radio,
ni en prensa, ni en medio escrito,
ni siquiera en Internet,
que es ahora el más socorrido¾,
hoy se lo cuento yo a ustedes
en un romance humorístico,
para que se enteren todos
que don Cela ha fallecido,
que hay luto en todas las letras
y luto en el periodismo,
pues feneció el premio Nobel,
¡ay! se murió don Camilo.
Fue un escritor muy fecundo,
y un artista muy prolífico:
Fue tal su fecundidad
que, aunque sólo tuvo un hijo,
dio a luz cientos de novelas,
alumbró miles de libros,
engendró cientos de ensayos
y parió miles de artículos.
Primero fue Pascual Duarte,
a mil lenguas traducido.
Luego llegó La Colmena,
que por el mundo ha vendido
mayor cantidad de miel
que la Granja San Francisco.
El Diccionario secreto,
el otro del Erotismo,
Mazurca para dos muertos,
La Catira, El Lazarillo,
Cristo versus Arizona...
¡Muchas montañas de libros!
¡Ediciones a millones!
¡Nadie sabe lo que ha escrito!
¿Cien? ¿Quinientos? ¿Ochocientos?
Dejémoslo en mil... ¡y pico!
Este mago de palabras,
arquitecto de adjetivos,
malabarista de verbos,
inventor de participios,
creador de interjecciones
y otros tacos parecidos,
como escribió mucho y bien,
y con maestría y estilo,
se llevó cientos de premios,
sonados y de prestigio.
lanzó mil interjecciones,
montó un auténtico cirio,
armó la marimorena
y armó la de Dios es Cristo,
y un gran revuelo en las letras
de padre y muy señor mío.
Y puso a caer de un burro
a Semprún, que era el ministro...
porque aún no le habían dado,
el Cervantes merecido...
¡Menos mal que se lo dieron
el año 95!
También el señor don Cela,
en algunos de sus libros,
menciona a nuestra provincia
y habla de sus pueblecitos,
pues por ellos él anduvo
como ilustre peregrino.
Judíos, moros y cristianos
es el tan sonado título.
Habla en él de La Moraña,
Arévalo, Papatrigo,
El Valle Amblés, Piedrahíta,
Muñochas, Muñogalindo;
Gredos, Candeleda, Arenas,
El Barco, Hoyos del Espino,
Mombeltrán, Navacepeda,
Lanzahíta y El Hornillo;
Casavieja, Piedralaves,
el sur, La Adrada, Sotillo,
y otros pueblos muy hermosos
que se topó en el camino...
Hasta que llega a Cebreros,
donde degusta el buen níscalo
y, con vino de la tierra,
termina su recorrido...
Pero le llegó la hora
de su último destino.
A su sepelio acudieron
los familiares, amigos,
escritores, periodistas,
y un cuarteto de ministros,
pues en Padrón estuvieron
don Rajoy, el señor Trillo,
el señor Alvarez Cascos
y Pilar, la del Castillo,
dándole el último adiós
al escritor galeguiño.
Desde entonces, yace Cela
a la sombra de un olivo,
en su querida Iria Flavia,
en la tierra del marisco,
los gaiteiros, la empanada,
las meigas y el albariño.
Pero... en el mundo del arte
el gran Cela sigue vivo.
¡Sigue vivo en Iria Flavia,
a la sombra del olivo!
¡Que descanse en paz el Nobel,
por los siglos de los siglos!